En momentos que nos sentimos aturdidos, cargados y llenos de desesperanza, no podemos perder la fe. Quién está de parte nuestra es mucho más grande que los problemas. Debemos pensar que nada es estático en esta vida. Si la Tierra gira un poco cada día alrededor de su eje propio eje, es decir que cambia de lugar. Si la Tierra cambia su posición, cuanto más vamos a salir a flote de las dificultes y más aún teniendo a Jesús a nuestro favor.
Cada día vendrán las diferentes situaciones que nos harán cuestionarnos si estamos en el camino correcto o nos darán deseos de abandonarlo todo. Llegaran los problemas económicos, emocionales y familiares y sobre todo vendrán esas propuestas de abundancia que no requieran esfuerzo.
Debemos ser fieles a las promesas que Jesús nos hace: “yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el final del mundo” (Mateo 28:20). Solamente debemos ser constantes y buscarle siempre en nuestra intimidad para que los problemas no nos sobrecarguen y no perdamos las esperanzas ante cualquier problema que se nos presente en la vida.
Ahora bien, para entender la esperanza y fijar la esperanza en Dios, debemos considerar que se dice sobre la fe. En la Real Academia Española se define la fe como palabra que se da o promesa que se hace a alguien con solemnidad o publicidad. Esto quiere dejar dicho que la fe en todo momento es acompañamiento de Jesús en nuestras vidas. La certeza de que está presente en cada situación vivida.
En el libro de Eclesiastés 3 dice la Biblia que existe un momento para todo, ( hay tiempo de sembrar, de regar, de recoger la cosecha ). Solo debemos ser firmes en las promesas de Dios, arraigarnos a su amor y su compasión pero también sentir compasión por los demás. Recordar siempre que cada quien ofrece lo que lleva en su corazón. Si no hay sentimientos buenos en una persona es de esperarse que sus acciones vengan acompañadas por acciones negativas. Pero ahí está la diferencia, como pueblo cristiano, nuestro deber es mostrar el amor que Jesús nos ha mostrado al entregar su vida por nosotros sin merecerlo.
No podemos ser oscuridad para un mundo que necesita luz, no podemos dejar de compartir la sal de la Tierra. En cambio debemos compartir con amor sus palabras de esperanza, de sabiduría, de compasión y sus gestos de cuidado. Compartir palabras de apoyo a un mundo tocado por el egocentrismo y la soledad que la primera genera;
Debemos mostrar esa hermandad que Jesús nos llama porque todos necesitamos palabras reconfortantes al final de un día duro. Donde un supervisor nos ha maltratado verbalmente, nuestros compañeros se han burlado de nosotros, un profesor nos avergüenza en frente de la clase o no acepta nuestro punto de vista.
Al final del día, el ser humano necesita palabras de amor, palabras dulces o sentirse valorado, escuchado; y no juzgado. Ya que todos llevamos una carga en nuestras espaldas que no es visible ante los demás. Esto quiere decir que cada individuo pasa por un proceso en su vida, el cual desconocemos, así que como jóvenes que creemos en Cristo y en su amor, debemos mostrarnos tolerantes, servir con amor y entrega a los demás pero sobre todo ser empáticos.
Llénense del Espíritu de Dios, rodéense con todas las personas, sirvan con amor y ese don que Dios les ha dado, Compartan palabras de ánimo, sean mensajeros de paz, quéjense en la intimidad con Dios, háblenle a El para que puedan llenar sus vidas cada día con la paciencia de Dios y estén llenos del espíritu Santo. Para que sirvan de apoyo, para que el débil diga soy fuerte en Jesús. Para que con su ejemplo llamen a esta juventud que tanto necesita de Dios.
Mayelin