Es difícil pasar por alto la trayectoria de Jesús y no encontrar esa manifestación tan genuina de amar que Jesús tenía con el pueblo de Israel. La forma que posiblemente mejor define este amor es a través de la relación de amistad con sus discípulos, en especial con Pedro, quien era su amigo íntimo (Juan 1:42). Pedro fue unos de los primeros seguidores de Jesús. Pero ¿a qué quiero llegar con esto?
Pedro significaba para Jesús un amigo al que amaba con todo su corazón. La amistad es definida por la RAE (Real Academia Española) como la relación de afecto, simpatía y confianza que se establece en personas que no son familia. En esta relación entre Jesús y sus apóstoles vamos viendo una clase amor que no solo es genuino si no que en parte es recíproco, ya que sus amigos le amaban de la misma forma en la que él los amaba a ellos con la diferencia de que él entregó su vida por sus amigos, entre los que se puede contar la humanidad entera (Juan 3:16).
Como seres humanos que vivimos en sociedad, necesitamos amigos en nuestras vidas, amigos que son como familia, que nos apoyan en nuestras dificultades y en los diferentes procesos a lo largo de la vida. Pero como amigos no estaremos disponibles en todos los momentos críticos por diferentes motivos que nos llevan a la misma respuesta: “porque somos humanos”, y nuestras condición como humanos no nos permite estar en todos los sitios en los que quisiéramos estar.
Hay momentos que son cruciales en nuestras vidas y pasamos por numerosas circunstancias, terribles problemas, en los que posiblemente nos hemos sentido cargados, abandonados sin ningún apoyo de nuestros amigos. En ocasiones no queremos cargarles con nuestros problemas porque sabemos que tienen bastante con lo que ellos están pasando, porque les conocemos, por eso son nuestros amigos. Pero hay alguien que está en todos los momentos críticos de nuestras vidas: Jesús, que así como estuvo con Pedro, José y Job, y demás, también está a nuestro lado hoy, ayudándonos a soportar el peso de lo.que vivimos, dándonos fuerzas y amor en todo momento.
Jesús es ese fiel amigo, que nunca nos va a dejar tirados, aún cuando pensemos que todo está perdido, no haya una solución, que tengamos ganas de llorar porque tengamos pérdidas familiares, económicas, laborales, que nos abandone el novio, la novia…o cualquier problema con el que nos encontramos en la vida.
Hoy quiero presentarles a ese Jesús que no abandona en ningún momento, que nada es más grande que su infinito amor y misericordia hacia nosotros. A ese ,al que podemos ir con nuestro corazón en pedazos, nuestra alma destrozada de dolor y sufrimientos, nuestra espalda llena de cargas, abatidos y con los ojos llenos de lágrimas; en total sufrimiento, y, él nos acoge. Porque no importa cuánto tiempo hayamos pasado sin conocerle o ignorando su existencia. Siempre Jesús tiene un hogar para nosotros y unos brazos donde nos acoge, consuela y nos brinda su amor inmenso. Imaginen que tenemos ese amigo para toda nuestra vida.
Llamar a Jesús y tener una relación de amistad así de cercana, para mí es lo más parecido a la felicidad. Tener a alguien disponible para mí 24 horas y 7 días a la semana vale más que todas las cosas materiales que pueda obtener en esta vida. Tú también puedes tener ese tipo de amistad, tan solo tienes que abrir tu corazón y dar el paso. Él está deseando que lo hagas. Sus brazos y su corazón ya están abiertos para ti, solo tienes que tomar la decisión y acercarte a Él, sin nada más que las ganas de hacerlo.