¿Has sentido alguna vez un vacío en tu vida que no sabías como llenar? Yo sí. Demasiadas veces me encuentro buscando algo que siento que me falta. Una búsqueda de aquello que ni siquiera sé que es. Un trabajo, una casa, una pareja, una familia, un viaje… siempre hay algo.
No obstante con el tiempo he ido aprendiendo que lo que busco no es algo material. No soy yo la que anda buscando algo. Es mi alma. Mi corazón. Y he aprendido, con el paso del tiempo y a base de muchos golpes y equivocaciones, que sólo Dios tiene la solución.
Dice Jesús en la Biblia “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Es mucho más cierto de lo que queremos creer. El es el camino para encontrar eso que nos falta. Es la verdad de lo que necesitamos. Es la vida que anhelamos.
Quizás te parezca extraño lo que digo. ¿Cómo un cristiano, que sabe que la solución está en Dios se siente vacío? Pues quizás la respuesta esté en que busco algo que no es lo que necesito. Y, queridos, no soy la única.
Dios tiene un plan para todos y cada uno de nosotros. Y nosotros, muchas veces tenemos otro muy diferente para nuestras vidas. Por supuesto podemos elegir, decidir si queremos nuestro camino o el de Jesús. Pero cuando queremos seguirle a él y no conseguimos descifrar, escuchar, o leer sus pasos, los que debemos seguir, nos perdemos.
No es malo. Es un aprendizaje de vida, y como todo, la lección aprendida nos puede servir para algo. Si, quizás te suene utópico. Pero lo digo por experiencia propia.
Sé lo que es vivir en una familia desfragmentada, lo que es la pérdida, el dolor, el maltrato… Lo que es equivocarte tanto que dejas de creer en ti, en tu futuro, en tu vida. Conozco lo que es dejar de quererte a ti mismo y a pensar que nunca serás digno de ser amado, ni de dejar de sobrevivir para comenzar a vivir.
Pero de la misma manera se lo que es el perdón. Ser perdonada y perdonar a quién me ha dañado, y estar agradecida por ambas cosas.
Cuando aprendí de verdad como Dios nos ama, como nos perdona cada día por todo, cuando vi su sacrificio y su amor y descubrí como, sin merecerlo, lo hizo por mí, no pude dejar de dar gracias.
Lo sigo haciendo cada día. Dar gracias. Y buscarle. Constantemente. En el silencio, en el ruido, en otras personas, en los caminos, en medio de todo. Porque sé, estoy segura, que él es el camino que me llevará a la felicidad.
Si… al final, la búsqueda del ser humano es de la felicidad. Y, cada día me doy más cuenta, que solo de la mano de Dios podemos encontrarla.
No es fácil, no es sencillo, ni milagroso. No por saber o creer en Él aparece para siempre la felicidad ni esta es permanente. Habrá pruebas, dificultades, duras montañas que escalar y desiertos que atravesar.
Pero si sabemos que Dios está a nuestro lado, podremos encontrar una razón. No un porque, pero sí la seguridad de que con todo, podremos hacer algo mucho mejor. Sea lo que sea aquello por lo que estés atravesando, lo que te pase, lo que te duela, lo que te haga sentir vacío, herido, triste… no te rindas. Continua adelante porque no estás solo. Y aunque tengas que parar y descansar, coger aire, y dejar que el silencio sea el que te llene, sus palabras estarán en tu corazón guiándote. Continúa con la búsqueda de Dios. Él te ama. Ámale.
P.