Ya hace algunas semanas que ha decaído el llamado “Estado de Alarma” decretado por el Gobierno de España. Esto ha supuesto que mucha gente, principalmente las nuevas generaciones, lleven semanas llevando a cabo multitud de celebraciones eufóricas celebrando el “ser libres” y, también, algo insensibles ante al momento que seguimos atravesando en el país por los miles de contagios que se están produciendo cada día y, sobre todo, por aquellos fallecidos que siguen sumándose a las decenas de miles de víctimas mortales a causa de la pandemia. Desde luego, todos celebramos los avances en cuanto al levantamiento de restricciones, pero no debemos perder el norte en cuanto a lo que esta pandemia nos ha enseñado y que, al parecer, ya algunos olvidan con rapidez.
Precisamente, en relación a las lecciones aprendidas, una de las más importantes ha sido el poder valorar aquellas cosas que disfrutábamos de forma cotidiana y que dábamos por sentado. Y, es que, justo en esto pensaba cuando todos hemos podido ser testigo, viendo las imágenes de las celebraciones referidas antes, de como multitud de celebrantes saltaban y gritaban libertad.
La verdad es que coincido que es un alivio volver a disfrutar ciertas libertades de movimiento para poder relacionarnos, trabajar, viajar y poder desarrollar una vida más o menos normal. Sin embargo, tengo la convicción de que lo que tantos han gritado celebrando el fin de la restricciones, no es la verdadera libertad. Sobre todo, cuanto el enfoque de la libertad apunta a poder hacer lo que queremos sin importar las consecuencias; y es que no podemos llamar libertad al dar rienda suelta a nuestro egoísmo en busca de toda tendencia que pretende, simplemente, pasarlo bien sin límites o restricciones de ninguna clase.
Todo esto me ha hecho pensar mucho en la necesidad que sepamos bien en qué consiste la libertad. Una definición que recoge bien el sentir generalizado sería esta: es la capacidad que tiene el ser humano para decidir responsablemente cómo actuar ante cualquier circunstancia de la vida.
Pero otra definición, vendría ligada a una idea más espiritual y profunda que tiene mucho que ver con las palabras de Jesús cuando dijo: ” Si el Hijo de Dios os libertare, seréis libres de verdad” (Evangelio de Juan 8:36). Ahora, ¿de qué libertad está hablando Jesús para que se refiera a la verdadera libertad? Pues si leemos 2 versos anteriores al citado, ahí Jesús dice que el que se dedica a practicar el pecado vive esclavo de sus propia condición.
Entonces, aquí nos surge otra pregunta: ¿Qué es el pecado? Sencillamente, es traspasar las líneas rojas que Dios ha establecido para no contaminar nuestra alma del virus de la rebelión contra Dios. Dicho de otra manera, cuando te saltas las restricciones divinas, tu alma queda esclava de tus propias tendencias y lo que en principio llamas libertad para vivir como quieres, se convierte en una esclavitud de la que no puedes librarte salvo que Dios intervenga mediante lo que, justamente, ofrece el Evangelio: Perdón, Verdad y Presencia de Su Espíritu.
El perdón nos libera de la culpa, del resentimiento y de la condecación. Ser perdonados nos quita un gran peso de encima y nos habilita para descubrir la bendición de vivir en armonía con Dios y con nuestros semejantes. Nadie puede ser libre si no ha sido perdonado o practica el perdonar.
La verdad es algo más que se hace indispensable para que los hombres sean libres. Por eso Jesús dijo que si conocemos la verdad, esta nos hará libres. Lo contrario es vivir bajo el yugo de la mentira que hace que suframos la consecuencias de aquellas ideas contrarias a Dios y que prometen libertad, pero nos dirigen al precipicio de la muerte espiritual y eterna. Así que, si algo necesitamos es recibir la verdad y no resistirla. Es más, toda idea libertad que busca librarte de las restricciones divinas, acaban sucumbiéndote al poder de la mentira.
Por último, la verdadera libertad es disfrutar de la presencia de Dios en nuestras vidas. La Biblia dice que donde está el Espíritu de Dios allí hay libertad (2ª Corintios 3:17).
O sea, que Dios no solo nos perdona, nos ofrece conocer la verdad, sino que nos promete Su Presencia en nuestras vidas para que podamos vivir en plena libertad más allá de las circunstancias del momento, por muy adversas que estas resulten.
Así que, sea quien seas que lees este artículo, no te conformes con cualquier libertad, atrévete a creer y buscar la verdadera libertad que solo Jesús te puede dar. Seamos Libres de verdad.
Pr. Juan Carlos Escobar