SALMO 145: 8-13.
Clemente y misericordioso es Jehová,
Lento para la ira, y grande en misericordia.
Bueno es Jehová para con todos,
Y sus misericordias sobre todas sus obras.
Te alaben, oh Jehová, todas tus obras,
Y tus santos te bendigan.
La gloria de tu reino digan,
Y hablen de tu poder,
Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,
Y la gloria de la magnificencia de su reino.
Tu reino es reino de todos los siglos,
Y tu señorío en todas las generaciones.
Vivimos en medio de dos realidades, entre lo absoluto y lo relativo. Lo inamovible, que siempre es, y las circunstancias, que son cambiantes.
Por ejemplo, hay días que llamamos de sol, limpios, llenos de luz, y días de oscuridad, en los que las nubes nos impiden ver el sol. Aun la noche, en las que el sol nos es oculto. Pero, ¡el sol siempre está ahí!, lo veamos o no lo veamos, ocurra lo que ocurra, aunque estemos en la más profunda de las cuevas, el sol no deja de estar. El Sol en este caso representa lo absoluto, lo que siempre está ahí, y las circunstancias lo relativo, lo que puede cambiar en cualquier momento…
En el capítulo 20 del segundo libro de Reyes hay una historia muy significativa.
Ben-adad, rey de Siria, se levantó contra el rey de Israel, Acab; Tras un intercambio de amenazas vino el momento de la batalla, Dios dio la victoria a su pueblo, y el rey de Siria huyó. Vinieron los siervos de este y le dijeron:
v.23.” Y los siervos del rey de Siria le dijeron: Sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han vencido; mas si peleáremos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos.”
Los sirios volvieron a atacar a los israelitas, buscando otro emplazamiento distinto, y Dios respondió:
v.28. “Vino entonces el varón de Dios al rey de Israel, y le habló diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, y no Dios de los valles, yo entregaré toda esta gran multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy Jehová.”
Hermanos, las circunstancias pueden cambiar, pero ¡Dios no cambia!, ¡Dios es Dios, siempre!.
Hay momentos en los que llegamos a decir; esto no lo puedo soportar, esta situación me supera. Dejamos que las circunstancias nos venzan, pero Dios sigue ahí, su poder no ha cambiado, su misericordia hacia nosotros sigue siendo la misma que el día que Jesús fue a la cruz.
Cuando nos dejamos vencer por las circunstancias, estamos negándole a Dios el reconocimiento de su poder, de su cuidado sobre nuestras vidas, de su capacidad de darnos siempre la victoria.
“estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6.
“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” Judas 24-25.
Nuestra confianza no está en las situaciones, más o menos difíciles o aun dolorosas, que podamos vivir, en los días de calma, o en los días de tempestad, sino en el Dios eterno, siempre todopoderoso, siempre misericordioso, nuestro Dios.
“Alzaron los ríos, oh Jehová,
Los ríos alzaron su sonido;
Alzaron los ríos sus ondas.
Jehová en las alturas es más poderoso
Que el estruendo de las muchas aguas,
Más que las recias ondas del mar.” (Salmo 93:3-5).
La duda, el temor ante las circunstancias cambiantes, nos puede asaltar a todos, el mismo profeta Elías, el arquetipo de los profetas, sufrió una inmensa depresión, pero Dios estuvo ahí, igual que había estado en monte Carmelo, y le consoló y animó.
Hemos de saber que las circunstancias pueden cambiar nuestros planes, pero no los propósitos de Dios.
“El consejo de Jehová permanecerá para siempre;
Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.” Salmo 33:11.
“Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre;
los designios de su mente son eternos”. (Mismo texto en la Nueva Versión Internacional).
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 8:38-39.
Dicen que los dos factores que más nos afectan son el tiempo y el espacio, no siempre estamos en el mismo lugar, ni en la misma situación.
Los discípulos estaban confusos, tras la resurrección del Señor, de que sería de ellos, es más cuando Jesús les enfrenta con la más grande de las tareas; Id y predicar… Sus corazones se llenan de interrogantes. Jesús les tranquiliza con la más grande de las promesas… ¡Yo estoy con vosotros hasta el fin!, ¡no habrá ningún momento de soledad, de desamparo!
“El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.” Eclesiastés 11:4.
…corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,puestos los ojos en Jesús… Hebreos 12:1-2.
“La gloria de tu Nombre digan y hablen de tu Poder”. Salmo145:11.
Esta es nuestra misión en medio de los tiempos y en cualquier lugar o situación que estemos.
Amén.
Juan Francisco Rodríguez Mimbrero