Escuchamos muchas veces a nuestros padres decir: ‘’Qué bien vives, cuando tengas mi edad sabrás qué es tener responsabilidades’’. En parte, esta frase tiene lógica, ya que cuando tenemos una edad temprana nuestros deberes y nuestras responsabilidades no son extremadamente significativos. Pero, no hay que pasar por alto la situación de los adolescentes de hoy en día. También necesitamos encontrar un lugar de descanso emocional y psicológico. Adentrémonos en mi experiencia personal:
Cada semana está llena de retos, donde los estudios son la carga principal. Afrontar día a día los exámenes y tratar de ser un alumno ejemplar sacando las mejores notas, haciendo trabajos y proyectos con excelencia causa en mí un agotamiento psicológico. Llegar a casa y encontrarte con los deberes del hogar. Ayudar a tu madre y a tu padre en casa, ya sea yendo a comprar o cuidando a tus hermanitos, queriendo aprovechar cualquier lapsus de tiempo libre para estudiar. Sin contar el ejercicio físico de cada día para poder tener un buen rendimiento y llevando a cabo unos hábitos saludables. Con la pandemia mundial, quedar con mis amigos y despejar mi mente se ha vuelto un verdadero reto. Día tras día se repite lo mismo y te encuentras con la situación estresante de querer desconectar de todo.
Pero sí, ese momento llega… Tras un día difícil con tragos amargos, disfrutas del mejor tiempo donde puedes relajarte. Ese tiempo tiene lugar y es en la presencia de Dios. Él es quién mejor me entiende, puedo confiar en él porque sé que él es fiel. Es una sensación que ninguna otra cosa en este mundo me ha hecho sentir… el amor de Dios cada día me llena de energías, Levantarme todas las mañana y saber que sus misericordias son nuevas, es el motor perfecto para empezar el día.
Este es mi consejo, si tienes un mal día o no sabes cómo despejarte, habla con Dios, deja en él tus cargas y se te reiniciará todo. Él es nuestro lugar de descanso. Su palabra en Mateo 11:28 nos relata: ‘’Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar’’.
José Antonio Carmona