La celebración de la Navidad nos llega en este año enrarecida y ensombrecida por una pandemia que se ha convertido en el enemigo invisible más poderoso desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, el mundo vive bajo la influencia de una oscura realidad que ha hecho tropezar el destino de muchos hombres y mujeres por verse impotentes ante un virus que ha infectado no solo los cuerpos, sino la esperanza de miles de familias no solo en nuestro país, si no en el mundo entero. Si pudiésemos describir de alguna manera esta realidad, podríamos echar mano de lo que un profeta de la Biblia llegó a expresar: “mirarán a la tierra, y he aquí aflicción y tinieblas, oscuridad y angustia” (Isaías 8:22)
Lo que el texto quiere dar a entender al referirse a las tinieblas y el efecto en la vida de las personas, tiene que ver con un tiempo en el que la gente vivía (y podemos decir que vive) bajo la influencia del temor, la incertidumbre, sin esperanza y bajo una terrible opresión producto de una realidad social y política que tenía a la gente en un verdadero estado de desesperación. Pero lo peor ante esta situación es que la gente no encuentra quien les de una salida, un pronóstico que les ayude a encontrar una luz en medio de tanta oscuridad.
Justamente, después de la descripción de este ambiente hace más de dos mil quinientos años, el mismo profeta en los versículos 1 y 2 del capítulo 9 de su libro, nos aporta un rayo de esperanza: “mas no habrá siempre oscuridad para quien está ahora en angustia… el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz” Y es precisamente este uno de los pasajes bíblicos más inspiradores para describir lo que es la verdadera Navidad que todos necesitamos experimentar: ver la manifestación de la Luz.
Al contrario que la oscuridad, la luz implica verdad, esperanza, paz, seguridad y, sobre todo, la manifestación de la vida misma que, a pesar de los momentos más difíciles que podamos estar atravesando, siempre acabará abriéndose paso para mostrar que ni siquiera la muerte es el final de todo. Precisamente, de eso se trata el mensaje de la Navidad: no habrá siempre oscuridad, es decir, que al final la luz triunfará ante los momentos más oscuros de la vida porque un Niño nos ha nacido para abrirnos el camino hacia la esperanza.
Así que, quiero animaros a que dejéis penetrar la Luz en vuestro interior. Que dejéis que amanezca la aurora de un nuevo día y os permita volver a empezar. Que permitáis a Dios nacer en vuestro corazón para daros una razón poderosa para vivir. Pero, sobre todo, que recibamos gratuitamente el regalo más caro del mundo, la salvación obtenida con el sacrificio del Rey Jesús, del Mesías que nació y murió pobre para darnos la mayor riqueza que jamás un hombre pueda recibir: la reconciliación con Dios y la vida Eterna. En esto consiste la Navidad, aun en tiempo de pandemia.
Pr. Juan Carlos Escobar