Sigmund Freud, médico neurólogo y padre del psicoanálisis, afirmó sobre la felicidad lo siguiente: ‘Existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota y la otra serlo’
Lo cierto es que esta fórmula para lograr ser feliz no sería algo que yo pueda recomendar. No es posible que alguien sin inteligencia e irresponsable con su actitud pueda llegar a ser feliz sin perjudicar su vida y complicándosela a los demás. Es más, yo diría que el que es, o se hace idiota, es realmente una persona infeliz que con su actitud busca eludir confrontar la razón por la que no es feliz, que no se deja ayudar y que no está dispuesta a enfrentar su porvenir con esperanza.
Por otro lado, lo que si es cierto es que, cuando llegamos al punto de sentirnos frustrados o decepcionados tras haber intentado todo para ser feliz y no vemos compensado nuestro empeño, lo mejor es hacernos los idiotas o llegar a serlo como reacción a ese estado emocional o impotencia por cambiar nuestras circunstancias. En este sentido, lamentablemente, podemos decir que existen muchas personas que acaban idiotizadas por no saber encontrar el modo de ser feliz en sus vidas.
En contraposición a esta línea de pensamiento propuesta por Freud, o bien, a la tendencia de quienes no hayan como ser feliz, os propongo considerar las palabras de Jesús en su famoso sermón del monte que hayamos en el texto del Evangelio de Mateo 5:3-12. Él nos enseña como llegar a ser bienaventurados, o lo que es lo mismo, como alcanzar ser muy felices. Si observamos su mensaje, nos daremos cuenta que está lejos del hecho de que la felicidad dependa de un estado emocional producto de hacer las cosas que se nos antojan o de vivir libre de sufrimiento.
Jesús nos enseña que la felicidad es posible cuando pagamos el precio de sufrir la injusticia y nos toca llorar. De tener que vivir en humildad, de contribuir a la paz y a la reconciliación. De padecer persecución o rechazo por manifestar fe en Dios. O de practicar la misericordia superando el deseo de enjuiciar, de obrar correctamente haciendo lo que es justo y de mantenernos limpios en el corazón por más que vivamos rodeados de maldad y tentaciones. En resumen, lo que Jesús nos está diciendo es que el camino de la felicidad es tener una vida con significado y propósito.
Si consideramos la enseñanza de Jesús y logramos que se adentren en nosotros, nos daremos cuenta que la felicidad está lejos de ser un sentimiento producto de una satisfacción personal. Lo que Jesús nos dice es que ser feliz parte de la necesidad de estar bien con uno mismo y con Dios. Precisamente, en este sentido, la principal falta de felicidad en la vida de las personas consiste en no vivir con paz interior. Por eso, mucha gente a pesar de que supuestamente debieran ser felices por lo que tienen, por lo que hacen, por lo que parecen… pero no son felices porque en su interior les falta la plenitud que puede darles la codiciada paz del alma.
Soy consciente de que en este año en el que se vislumbra la victoria sobre la pandemia, muchos tienen puesta su esperanza en lograr iniciar un nuevo episodio en sus vidas. Sin embargo, la felicidad, como la verdadera esperanza, no está sujeta a las condiciones presentes que nos toca vivir. De hecho, lo que la vacuna no puede hacer, ni tampoco el resurgir de la economía, es paliar la infelicidad que viven aquellos que no tienen paz por el desgarro de la pérdida, de la falta de perdón, del temor o de una vida sin sentido o propósito.
Por ello, quisiera acabar este artículo señalándoles el camino hacia la felicidad. Y seguramente os preguntaréis: ¿Cuál es ese camino? Pues, desde mi propia experiencia, se trata de un encuentro con Jesús que te permita encontrar tu paz mediante el perdón de tus ofensas con Dios. Es más, nadie puede hacerte feliz si primeramente él no es feliz y, en este caso, te puedo asegurar que Jesús a pesar de su sufrimiento en la cruz era tremendamente feliz por la trascendencia que su sacrificio suponía para darnos a nosotros la felicidad.
¿Quieres ser feliz? Pues, por lo pronto, no necesitas hacerte el idiota. Te propongo que te dejes amar por Dios, recibas su paz mediante el perdón que Jesús te ofrece en la cruz y que le sigas compartiendo tu felicidad con aquellos que tanto la necesitan
Juan Carlos Escobar. 27 de febrero de 2021