Una mudanza es la manera ideal de descubrir la cantidad de cosas sin utilizar que tenemos. La semana pasada estuve envuelta en mi mudanza, volví a ver muchas pertenencias que creía perdidas o que sencillamente estaban olvidadas. Una mudanza es la ocasión perfecta para seleccionar los elementos que realmente queremos conservar y cuáles podríamos regalar o donar.
En nuestro corazón deberíamos hacer algo similar de vez en cuando. Conservamos infinidad de recuerdos, emociones y sensaciones que nos mueven de un lado a otro, condicionando nuestras actitudes y decisiones, encaminándonos en una determinada dirección.
Si fuéramos conscientes de la necesidad de renovación que tiene nuestra mente y corazón, no retrasaríamos tanto ese momento. En algunas ocasiones nuestro corazón se mueve por un rechazo hacia una persona, una semilla de rencor se ha plantado en nuestro corazón y cada vez que vemos a la persona que nos hizo algún agravio, somos capaces de dar todo un rodeo para no coincidir con ella. Cuántas personas prefieren dejar sus puestos de trabajo para no confrontar una relación incómoda.
En nuestro caso, sin saberlo, éramos enemigos de alguien a quien de manera directa habíamos ofendido. Él podría estar profundamente enfadado con nosotros, tendría toda la justificación que nos evitara y nos rechazara, le dimos todas las razones habidas y por haber para que nos tuviera manía. Sin embargo, Él, lejos de actuar como lo haríamos nosotros, hizo todo lo contrario. En lugar de levantar muros para separarnos de Él, tendió puentes para que pudiéramos acercarnos. Jesús es el puente que nos acerca al Padre.
La semana pasada celebrábamos Semana Santa y cada uno de nosotros lo enfocó de maneras diferentes, pero en todas hay un hilo conductor, Jesús dio su vida para que nosotros podamos vivir cerca del Padre. Él es el camino a la restauración, de hecho es el único camino hacia el Padre. No necesitamos perder más tiempo buscando maneras apropiadas de conocer a Dios, necesitamos invertir nuestro tiempo en conocer a Jesús y aceptarle en nuestro corazón.
Si te sientes lejos del Padre, no te preocupes, sólo debes cruzar el puente que Cristo tendió. No importa cuántas veces hayas rechazado este camino, o cuántas veces hemos caminado en dirección opuesta al Padre, sólo debemos reconducir nuestros pasos y aceptar esta oportunidad de vivir cerca de Él.
Yanina de Lorenzo